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XXIV Pregón. D. José Salguero Alonso

Año Jubilar 2.000, día 21 de Mayo. Tuvo un servidor, D. José Salguero Alonso, la inmensa suerte de pregonar las excelencias de Nuestra Madre del Rocío en año tan importante para los cristianos. Desde mi humildad no puedo ni debo adjudicarme títulos de poeta ni escritor, pero en mi currículo rociero puedo presumir de haber realizado más de cincuenta caminos hasta la Aldea, todos ellos con Triana, y de haber sido fundador de mi otra Hermandad del Rocío, la de Los Palacios y Villafranca.


Hermandad ésta con la que vivo el día a día de sus gentes, de sus oraciones, de sus Cultos, de su fervor a la Blanca Paloma y de su hogar, esa Parroquia del Sagrado Corazón a la que, por muchos motivos, considero como una segunda casa. El Cine Las Vegas -por cierto, última vez que el Pregón se celebró en dicho recinto- fue el escenario del último Pregón rociero del siglo XX, en el que intenté hacer llegar a todos mi sentir por esos caminos durante tantos y tantos años hasta postrarme a las plantas de la Virgen del Rocío.


Fue mi pregonar -no sé si más o menos acertado- sincero, emotivo, popular y sencillo. Sería mi presentador el Diácono Permanente y en otro tiempo Hermano Mayor de la Hermandad, D. Manuel Falcón Calvo. En uno de los días más maravillosos de mi vida, con toda la fe del mundo y con todo mi corazón rociero, me atreví a decir desde el atril en el comienzo de mi Pregón:


“...Y aunque el Hermano Mayor se haya fijado en mi para que sea yo quien, en este año especial para toda la Cristiandad, os llame y os reclame a la Romería y al peregrinar rociero, no quisiera ocultar que mi pobre bagaje literario, pues ni soy escritor ni poeta, intentaré compensarlo con el gran cariño que le tengo a nuestra Hermandad palaciega. Una Hermandad establecida en nuestra querida Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, cobijo de ese Cristo de la Salud al que tanto quiero y de ese Simpecado de la Blanca Paloma al que tantas veces cantan y rezan, y junto al que ríen y lloran quienes han arraigado en su ser la devoción a la Virgen del Rocío. Este año 2.000 ha de ser Año de júbilo y esperanza, año en el que todos los cristianos, ante el llamamiento a una vida nueva a través de la fe, debemos responder mostrando nuestra humildad, pidiendo perdón y viviendo en plenitud la Justicia y la Hermandad. Mi gratitud eterna a esta, nuestra Hermandad del Rocío de Los Palacios y Villafranca, que al convertirme en pregonero me ha ofrecido el mayor honor terrenal que para un rociero existe, que no es otro que poder cantar y rezar las Glorias a la Madre de todos los rocieros, aquella a la que al mirar su cara inspira los más bellos piropos y las más hermosas metáforas que un buen poeta -que no es mi caso- puede recitar:


No sé qué tiene tu cara, Virgen Santa del Rocío, que al verte, rosa temprana, a mi me da escalofrío. Eres rosa, eres jazmín, eres nardo y mejorana... 123 Madre de los rocieros, no sé qué tiene tu cara. Eres carriles ardientes, arena de los caminos, eres Río y eres puente, ramas de eucalipto y pino. Eres tomillo y romero, lucero de la mañana, alivio del peregrino,... no sé qué tiene tu cara. Eres corriente del Río, sombra de los encinares, eres gota de rocío y junco en los pastizales. Eres lirio marismeño, adelfa, lentisco y jara, eres la Reina del Cielo,... no sé qué tiene tu cara. Eres yugo, eres carreta, eres candela encendía, polvo de esa Raya inmensa, manta de las noches frías. Eres flauta, eres tambor, eres cohete y bengala, tu cara no sé qué tiene,... no sé qué tiene tu cara”.


PREGON JOSE SAGUERO
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