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XVII Pregón. Luis Miguel Murube Begines


Otra primavera más en la que la sangre rociera se altera al presagiar un nuevo Rocío, un nuevo camino, un nuevo encuentro con la Virgen, un nuevo Pregón que en esta ocasión tuvo lugar el día 9 de Mayo de 1.993 y estuvo a cargo de mi buen amigo y buen rociero D. Luis Miguel Murube Begines, hermano de nuestra Hermandad del Rocío de Los Palacios y Villafranca, cofrade desde que nació y capataz del majestuoso paso de Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilatos.


De nuevo fue el Teatro Pedro Pérez Fernández escenario del acto, siendo presentado el mismo por el pregonero que le antecedió en el atril el año anterior, nuestro también paisano Manuel Curao. D. Luis Miguel comenzó su Pregón emplazando a los que no creen en el Rocío a vivir ciertos momentos y detalles que, a buen seguro, les haría cambiar su opinión:


“Hay quien dice del Rocío que es mentira y vanidad y yo le digo que vaya para saber la verdad. Que vea la entrada de los romeros, coplas en los labios, sangre en los pies, que vea los bueyes que se arrodillan, que vea a la Virgen y que hable después... que hable después”.


A continuación, el pregonero proclamó la dificultad que entraña pregonar la Romería del Rocío, pues cada uno tiene un pregón propio, distinto de los demás y que, por tanto, se podrá acercar en mayor o menor medida a lo que el orador de turno esté revelando:


“Dar un Pregón es arriesgado, puesto que hay quien piensa que en el tema del Rocío, por amplio que sea, se llega a un límite en que ya está dicho todo. Yo, sin embargo, no sé si ingenuamente, pienso que al haber variación en la persona, las vivencias son distintas, los sentimientos son distintos, los puntos de vista son distintos y el Pregón, necesariamente, tiene que ser distinto, aportando cada pregonero un jirón de su propia alma, diciendo siempre algo nuevo. Y como pregonar es publicar en voz alta algo que es necesario que todos sepan, el Pregón del Rocío es contar la historia nueva de una tradición de siglos. Yo no tengo a mi favor más que mi entusiasmo, mi cariño y mi fe en la Virgen, y el haber nacido en este pueblo marismeño de Los Palacios al que tanto quiero. Y ya que no soy persona muy literaria ni muy versificadora, voy a intentar hacer de este Pregón un camino escrito con todos ustedes”.


A pesar de su advertida humildad literaria, el palaciego nos regaló versos de gran belleza que emocionaron a todos cuantos nos reunimos para oír su llamada. Y es que todos esperamos con inquietud la noche previa a la partida:


“¡Levántate, rociero, hermano de Los Palacios, que aunque todavía es de noche el Cielo está iluminado: será de tantos cohetes como en la noche han tirado. Los luceros, sorprendidos, pa Los Palacios han mirao, y han visto que va un boyero guiando dos bueyes y un carro pa la Parroquia bonita donde aguarda el Simpecao, que es de un terciopelo fino que los ángeles han bordao”.




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